Su Obra Literaria
Sólo una vez me quede sin palabras.
Fue cuando un hombre me pregunto:
¿Quién eres?
Gibrán Khalil Gibrán
 
Algo de su Obra
El Profeta
El Vagabundo
El Loco
El Hereje 
 
 
 
Algunos Textos:
 
"El Rey Sabio"
 
"Enseñar"
 
Cartas de Khalil Gibran a Mary Haskell
 
La Paz
 
Alas Rotas (Fragmento)
TÍTULO ORIGINAL:
The Prophet
Y, con el pueblo, dirigióse a la gran plaza que había ante el templo.
Salió entonces del santuario una mujer llamada Almitra. Y era una vidente. Y él la miró con gran ternura, ya que había sido la primera en buscarle y había creído en él desde el primer día en que llegara a la ciudad.
Y ella le saludó, diciendo:
Profeta de Dios a la búsqueda del infinito, cuántas veces has escrutado el horizonte en espera de tu navío.
Y ahora tu navío ha llegado, y debes partir.
Honda es tu nostalgia del país de tus recuerdos y de la morada de tus mayores deseos; y nuestro amor no quiere estorbarte ni nuestros deseos retenerte.
Una cosa, sin embargo, te pedimos antes de que nos dejes: que nos hables y nos des de tu verdad.
Y nosotros la daremos a nuestros hijos, y ellos a los suyos, y tu verdad no morirá.
(Del Profeta) El bien y el mal

Y uno de los ancianos de la ciudad dijo: Háblanos del bien y del mal.
Y él respondió:
Del bien que hay en vosotros, podré hablar, mas no del mal.
Pues ¿qué es el mal sino el propio bien torturado por su hambre y por su sed?.
En verdad, cuando el bien siente hambre, procura alimentarse hasta en nuestros oscuros antros, y cuando siente sed, se sacia hasta en las aguas estancadas.

Sois buenos cuando os identificáis con vosotros mismos.
Sin embargo, cuando no os identificáis con vosotros mismos, no sois malos.
Pues una casa que se divide no se torna en antro de ladrones; es apenas, una casa dividida.
Y un navío sin timón puede navegar sin rumbo entre arrecifes peligrosos y no hundirse.

Vosotros sois buenos cuando os esforzáis por dar de vosotros mismos.
Sin embargo, no sois malos cuando os limitáis a buscar el lucro.
Porque, cuando lucháis por el lucro, sois simplemente raíces que se agarran a la tierra y se alimentan de su seno.
Ciertamente, el fruto no puede decir a la raíz, sé como yo, maduro y pleno, y siempre pródigo de tu abundancia.

Pues, para la fruta, dar es una necesidad, como para la raíz, recibir es una necesidad.
Vosotros sois buenos cuando habláis con plena conciencia.
Sin embargo, no sois malos cuando os adormecéis mientras vuestra lengua tartamudea sin propósito.

Y hasta un discurso vacilante puede fortalecer a una lengua débil.
Vosotros sois buenos cuando avanzáis hacia vuestro objetivo, firmemente y con pasos intrépidos.
Sin embargo, no sois malos cuando avanzáis hacia él cojeando.
Aún aquellos que cojean no andan hacia atrás.

Pero vosotros que sois fuertes y veloces, guardaos de cojear por complacencia en la presencia de los cojos.
Sois buenos de innumerables maneras, y no sois malos cuando no sois buenos.
Sois apenas ociosos e indolentes.

Lástima que las gacelas no puedan enseñar su velocidad a las tortugas.
En vuestra ansia por alcanzar vuestro Yo-gigante está vuestra bondad; y esa ansia está en todos vosotros.
Mas en algunos, esa ansia es un torrente que se precipita impetuosamente hacia la mar, arrastrando los secretos de las colinas y las canciones de los bosques.

En otros, es una corriente perezosa que se pierde en meandros, y serpentea, arrastrándose, antes de alcanzar la costa.
Sin embargo, que aquel que mucho desea se guarde de decir a aquel que desea poco: ¿Por qué vas lento y atrasado?
Porque quien es verdaderamente bueno no pregunta al desnudo: ¿Dónde está tu ropa? ni al que no tiene hogar: ¿Qué ocurrió con tu casa?.
(De El Profeta)
El amor

Entonces dijo Almitra: Háblanos del amor.
Y él alzó la cabeza y miró a la multitud, y un silencio cayó sobre todos, y con fuerte voz dijo él:
Cuando el Amor os llame, seguidle, aunque sus caminos sean agrestes y escarpados.
Y cuando sus alas os envuelvan, dejadle, aunque la espada oculta en su plumaje pueda heriros.
Y cuando os hable, creedle,
Aunque su voz pueda desbaratar vuestros sueños como el viento asola vuestros jardines.
Porque así como el amor os corona, así os crucifica.
Así como os agranda, también os poda.
Así como sube hasta vuestras copas y acaricia vuestras más frágiles ramas que tiemblan al sol,
También penetrará hasta vuestras raíces y las sacudirá de su arraigo a la tierra.
Como gavillas de trigo, os aprieta contra su corazón.
Os apalea para desnudaros.
Os trilla para liberaros de vuestra paja.
Os muele hasta dejaros blancos.
Os amasa hasta dejaros livianos;
Y luego, os mete en su fuego sagrado, y os transforma en pan místico para el banquete divino.
Todas estas cosas hará el amor por vosotros para que podáis conocer los secretos de vuestro corazón,
y con este conocimiento os convirtáis en el pan místico del banquete divino.
Pero si en vuestro temor sólo buscáis la paz del amor y el placer del amor,
Entonces más vale que cubráis vuestra desnudez y salgáis de la era del amor,
Para que entréis en el mundo carente de estaciones, donde reiréis, pero no todas vuestras risas, y lloraréis,
Pero no todas vuestras lágrimas.
El amor sólo da de sí y nada recibe sino de sí mismo.
El amor no posee, y no deja poseer:
Porque el amor se basta así mismo.
Cuando améis no debéis decir "Dios está en mi corazón", sino "estoy en el corazón de Dios".
Y no penséis que podréis dirigir el curso del amor, porque el amor si os halla dignos, dirigirá él vuestro curso.
El amor no tiene más deseo que el de alcanzar su plenitud.
Pero si amáis y habéis de tener deseos, que sean así:
De diluiros en el amor y ser como un arroyo que canta su melodía a la noche.
De conocer el dolor de sentir demasiada ternura.
De ser herido por la comprensión que se tiene del amor; y de sangrar de buena gana y alegremente.
De despertarse al alba con un corazón alado y dar gracias por otra jornada de amor;
De descansar al mediodía y meditar sobre el éxtasis del amor;
De volver a casa al crepúsculo con gratitud,
Y luego dormirse con una plegaria en el corazón por el bienamado, y con un canto de alabanza en los labios.
TÍTULO ORIGINAL:
The Wanderer
...y después de comer nos reunimos junto al fuego y le pregunté por sus andanzas.

Nos contó muchas historias aquella noche, y también al día siguiente.

Pero lo que yo ahora relato nació de la amargura de sus días, aunque él fuera bondadoso, y son relatos que hablan del polvo y la paciencia de su camino.

Y cuando nos dejó, tres días después, no sentimos que hubiera partido un huésped, sino más bien que uno de nosotros seguía aún en el jardín y todavía no había entrado.
EL VAGABUNDO
Una colección de relatos en los que el humor y los sentimientos nos permiten identificarnos con unos personajes profundamente humanos que nos regalan algunas de las fábulas más sugerentes de la literatura de inspiración oriental.
TÍTULO ORIGINAL:
The Madman

Leer las historias que narra El Loco es como mantener una conversación con un amigo muy querido que nos invita a reflexionar y nos estimula con ideas nuevas e inspiradoras.

Despojados de las máscaras que ocultan nuestros sentimientos y emociones, nos enfrentamos por primera vez a las grandezas y miserias de nuestra alma. Surge entonces en cada uno de nosotros un loco dispuesto a experimentar la libertad de vivir sin pretextos ni ocultaciones, y, sobre todo, sin la necesidad de que nos comprendan, porque cuando nos comprenden, encasillan y esclavizan algo de nosotros.

Y es El Loco quien precisamente encarna ese despojamiento, quien pone al descubierto lo más hondo y subjetivo de cada uno. Aparece para recordarnos que lo esencial habita cerca de nosotros y que podemos recorrer nuestro propio camino.

Cada narración constituye un mensaje muy simple, directo y no exento de ironía, destinado a hacernos reflexionar y a descubrir nuevos horizontes.
(De El Loco)
¿Cómo me volví Loco?
Me preguntas cómo me volví loco. Ocurrió así:
Un día, mucho antes de que nacieran los dioses, desperté de un profundo sueño y descubrí que se habían robado todas mis máscaras, las siete máscaras que había modelado y usado en siete vidas.
Huí sin máscara por las atestadas calles gritando: "¡Ladrones! ¡Ladrones! ¡Malditos ladrones!".
Hombres y mujeres se reían de mí, y algunos corrieron a sus casas temerosos de mí.
Y cuando llegué a la plaza del mercado, un muchacho de pie sobre el techo de una casa, gritó:"¡Es un loco!".
Alcé la vista para mirarlo y por primera vez el sol besó mi rostro desnudo, y mi alma se inflamó de amor por el sol y ya no deseé más mis máscaras. Como en éxtasis grité: 
"¡Benditos, benditos sean los ladrones que me han robado mis máscaras!".
Así fue como me volví loco.
Y he hallado libertad y salvación en mi locura; la libertad de estar sólo y a salvo de ser comprendido, porque aquellos que nos comprenden esclavizan algo nuestro.
 
De mi Amigo
Amigo mío, no soy lo que parezco. Mi apariencia no es más que el traje que visto, un traje cuidadosamente tejido que me protege a mí de tu curiosidad, y a ti de mi negligencia.
El Yo que hay en mí, amigo mío, habita en la casa del silencio, y en ella vivirá para siempre inadvertido, inaccesible.
No quisiera hacerte creer en lo que digo ni que confiaras en lo que hago, porque mis palabras no son sino tus propios pensamientos transformados en sonido; y mis acciones, tus propias esperanzas convertidas en acción.
Cuando tu dices: " El viento sopla hacia el este", yo digo: " Sí, sopla hacia el este"; porque no quisiera hacerte saber que mi mente no medita sobre el viento, sino sobre el mar.
Tú no puedes comprender mis pensamientos marinos, ni yo quisiera hacértelos comprender a ti. Preferiría estar solo con el mar.
Cuando es de día para ti, amigo mío, es de noche para mí; sin embargo incluso así, hablo del mediodía que danza en las colinas y de la sombra escarlata que se abre paso sigilosamente por el valle; porque tú no puedes oir los cantos de mi oscuridad ni ver mis alas golpear contra los astros. Yo no quisiera dejarte oír ni ver. Preferiría estar a solas con la noche.
Cuando tú asciendes a tu Cielo, yo desciendo a mi Infierno. Incluso entonces tú me llamas a través del infranqueable abismo: "Compañero, mi camarada", y yo te respondo: "Camarada, mi compañero", porque no quisiera que vieses mi infierno. La llama quemaría tus ojos y el humo inflamaría tu nariz. Y amo demasiado mi Infierno para que tú lo visites.
Preferiría estar solo en el Infierno.
Tú amas la Verdad, la Belleza y la Justicia; y yo por ti digo que es bueno amar esas cosas. Pero en mi corazón me río de tu amor. Pero no me gustaría que vieras mi risa. Preferiría reírme solo.
Amigo mío, tú eres bueno, cauto y prudente; más aún eres perfecto, y yo también hablo contigo sabia y cautelosamente. Y sin embargo estoy loco.
Pero encubro mi locura. Prefiero ser loco solo.
Amigo mío, tú no eres mi amigo, pero ¿cómo hacértelo comprender? Mi camino no es tu camino; sin embargo, caminamos juntos, con las manos unidas.

Los Siete Yo
En la hora más tranquila de la noche, cuando estaba ya medio dormido, mis siete Yo se sentaron a conversar en voz baja.
Primer YO: Aquí, en este loco, he vivido todos estos años sin tener otra cosa que hacer sino renovar su dolor durante el día y recrear su tristeza por la noche. No puedo soportar por más tiempo mi destino y me rebelaré.

Segundo YO: Tu suerte es mejor que la mía, Hermano, porque a mí se me asignó ser el YO alegre de este loco. Yo río su risa y canto sus horas felices y con pies tres veces alados danzo sus más luminosos pensamientos soy yo quien debe rebelarse contra una existencia tan fatigosa.

Tercer YO: Y qué tendría que decir yo entonces? Yo amoroso, encargado de la antorcha ardiente de pasiones salvajes y fantásticos deseos? Soy yo, el YO enfermo de amor, quien se rebela contra este loco.

Cuarto YO: Entre todos vosotros, yo soy el más desdichado, porque nada me fue dado sino el abominable odio y el destructivo rencor. Soy yo, el YO tempestuoso, el único nacido en las negras cavernas del infierno quien debería protestar de tener que seguir al servicio de un loco.

Quinto YO: No, soy yo, el YO pensante, el YO imaginativo, el YO hambriento y sediento, el único condenado a vagar sin descanso en busca de cosas desconocidas y de cosas todavía no creadas. Soy yo y no vosotros el que debe rebelarse.

Sexto YO: ¿Y yo? Soy el yo trabajador, el insignificante obrero que con sus manos pacientes y sus ojos anhelantes transforma los días en imágenes y da a los elementos amorfos formas nuevas y eternas. Soy YO el solitario quien debe rebelarse contra este loco.

Séptimo YO: Qué extraño es que todos queráis rebelaros contra este hombre por tener cada uno de vosotros un destino determinado que cumplir.¡Ah, ojalá fuera yo como uno de vosotros y tuviera también un YO con un determinado destino! Pero no tengo ninguno. Soy el YO sin ocupación, el que se sienta en silencio, vacío de tiempo y espacio, mientras vosotros estáis ocupados creando la vida.
¿Sois vosotros o yo, compañeros, quien debe rebelarse? Cuando el séptimo YO hubo hablado, los otros seis lo miraron apenados pero no dijeron nada. Y cuando la noche se hizo más profunda, uno tras otro se fueron a dormir arropados en una nueva satisfecha sumisión.
Pero el séptimo YO permaneció despierto mirando la nada que hay detrás de todas las cosas...
Vanas son las creencias y doctrinas que hacen desventurado al hombre, y falsa la bondad que lo lleva a la tristeza y a la desesperación, porque el fin del hombre es ser feliz, enseñar a los demás el camino de la felicidad y predicar este evangelio donde quiera que vaya.
ENSEÑAR
Nadie puede descubrirnos más de lo que descansa dormido a medias en el amanecer de nuestro conocimiento.
El pedagogo que camina a la sombra del templo en medio de los discípulos no les ofrece su sabiduría, sino más bien su fe y su afecto.
 
Es mas, si es sabio de verdad no les pedirá que entren en la casa de su sabiduría sino que les guiará hasta el umbral de su propio espíritu.
 
El astrónomo puede hablaros de su comprensión del espacio, pero no puede daros el oído que detiene el ritmo ni la voz que le sirve de eco.
 
Y el entendido en la ciencia de los números puede hablaros de los valores del peso y de la medida, pero no puede conduciros a ella.
 
La visión de un hombre no cede sus alas a otro hombre.
Y así como cada uno de vosotros se halla sólo ante el conocimiento de Dios así debe cada uno estar sólo en su comprensión y en su conocimiento de la Tierra.  
 
Khalil Gibran  
Fragmentos de Cartas de 
Khalil Gibran a Mary Haskell
De Khalil Gibran a Mary Haskell, 31 de octubre de 1911.

¿ Sabrás qué significa quemarse, arder en un inmenso brasero, sabiendo que este incendio está transformando en cenizas todo lo malo, y dejando en el alma sólo lo que es verdadero?
¡ Oh, no existe cosa más bendita que este Fuego !
 
 
De Khalil Gibran a Mary Haskell, 21 de abril de 1920
El amor es consciente de sí mismo. Es un impulso creativo; no tiene otro propósito más que bastarse a sí mismo.
El ser humano es perfecto en sus imperfecciones.
Debo aceptar que, cuando alguien se mueve muy lentamente en determinada dirección, se debe a que es la única manera que tiene de recorrer ese camino. Lo mismo ocurre con el amor.
 
El Rey Sabio de Gibran khalil Gibran
Había una vez un rey sabio y poderoso que gobernaba en la remota ciudad de Wirani.
Y era temido por su poder y amado por su sabiduría.
En el corazón de aquella ciudad había un pozo cuya agua era fresca y cristalina, y de ella bebían todos los habitantes, incluso el rey y sus cortesanos, porque en Wirani no había otro pozo.
Una noche, mientras todos dormían, una bruja entró en la ciudad y derramó siete gotas de un extraño líquido en el pozo, y dijo: -De ahora en adelante, todo el que beba de esta agua se volverá loco.
A la mañana siguiente, salvo el rey y su gran chambelán, todos los habitantes bebieron el agua del pozo y enloquecieron, tal como lo había predicho la bruja.
Y durante aquel día, todas las gentes no hacían sino susurrar el uno al otro en las calles estrechas y en las plazas públicas:
-El rey está loco. Nuestro rey y su gran chambelán han perdido la razón. Naturalmente, no podemos ser gobernados por un rey loco. Es preciso destronarlo.
Aquella noche, el rey ordenó que le llenasen un vaso de oro con agua del pozo.
Y cuando se lo trajeron, bebió copiosamente y dio de beber a su gran chambelán.
Y hubo gran regocijo en aquella remota ciudad de Wirani, porque el rey y su gran chambelán habían "recobrado la razón".
La Paz
La Tempestad, se apaciguó tras arquear las ramas de los árboles y reclinar todo el peso de su furia sobre el cereal de los campos. Las estrellas surgieron como maltrechos resabios de truenos lejanos, y el silencio ganó el espacio como si la Naturaleza nunca hubiera librado su batalla.
En ese momento, una joven mujer penetró en su habitación, y se hincó de rodillas junto al lecho gimiente. Su corazón desbordaba de agonía, pero pudo finalmente despegar los labios y decir: "¡Oh! Señor, haz que regrese a salvo al hogar. He Agotado las lágrimas y nada más puedo ofrecer, oh señor magnánimo y misericordioso. Mi paciencia se ha consumido y la calamidad busca apoderarse de mi corazón. Sálvame,
Oh Señor, de las tenaces garras de la Guerra; líbralo de la Muerte despiadada pues está a merced de los poderosos. ¡Oh Señor! salva a mi amado que es Tu hijo, del enemigo que también es Tu enemigo. Desvíalo del sendero impuesto y guíalo hasta las Puertas de la Muerte; deja que me vea, o ven y llévame con él".
Un joven entró serenamente. Tenía la cabeza cubierta por una venda empapada de la vida que se le escurría.
El joven se le aproximó recibiéndola con lágrimas y risas; luego tomó su mano y se la llevó a los labios encendidos.
Y con voz impregnada de lejana tristeza, de la dicha del reencuentro, y de la incertidumbre de su reacción, le dijo: "No temas, pues yo soy la causa de tus ruegos. Alégrate, que la Paz me ha traído a salvo hasta ti, y la humanidad nos ha devuelto lo que la codicia intentó quitarnos. 
No te entristezcas; sonríe, amada mía. No te asombres, pues el Amor está dotado
de poder para alejar a la muerte, y de encanto para conquistar al enemigo. Soy tuyo.
No me contemples como a un espectro que emerge de la Morada para visitar la Morada de tu Belleza.
No temas, pues ahora soy la Verdad, surgida del fuego y las espadas para revelar a los míos el triunfo del Amor sobre la Guerra. Soy la Palabra que anuncia el comienzo de la dicha y la paz.
Luego el joven enmudeció; sus lágrimas hablaban el lenguaje del corazón. Los ángeles de la Dicha rodearon aquella morada, y los dos corazones recobraron la unidad que les había sido arrebatada.
Al alba los dos permanecieron de pie en medio de los campos, contemplando la belleza de la Naturaleza herida por la tempestad.
Tras un silencio profundo y reconfortante, el soldado miró el sol naciente y dijo a su amada: "Mira, la Oscuridad está dando a luz al Sol".
 
Fragmento de "Alas Rotas"
Tenía yo dieciocho años de edad cuando el amor me abrió los ojos con sus mágicos rayos y tocó mi espíritu por vez primera con sus dedos de hada, y Selma Karamy fue la primera mujer que despertó mi espíritu con su belleza y me llevó al jardín de su hondo afecto, donde los días pasan como sueños y las noches como bodas.
Selma Karamy fue la que me enseñó a rendir culto a la belleza con el ejemplo de su propia hermosura y la que, con su cariño, me reveló el secreto del amor; fue ella la que cantó por vez primera, para mí, la poesía de la vida verdadera.
Todo joven recuerda su primer amor y trata de volver a poseer esa extraña hora, cuyo recuerdo transforma sus más hondos sentimientos y le da tan inefable felicidad, a pesar de toda la amargura de su misterio.
En la vida de todo joven hay una "Selma" que súbitamente se le aparece en la primavera de la vida, que transforma su soledad en momentos felices, y que llena el silencio de sus noches con música.
Por aquella época estaba yo absorto en profundos pensamientos y contemplaciones, y trataba de entender el significado de la naturaleza y la revelación de los libros y de las Escrituras, cuando oí al Amor susurrando en mis oídos a través de los labios de Selma. 
Mi vida era un estado de coma, vacía como la de Adán en el Paraíso, cuando vi a Selma en pie, ante mí, como una columna de luz. Era la Eva de mi corazón, que lo llenó de secretos y maravillas, y que me hizo comprender el significado de la vida. (...)
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